Fortalece tu autoestima ✨

Visualización niño interior

Elige un lugar tranquilo, fuera de cualquier tipo de distracción. Ponte ropa cómoda. Asegúrate de no pasar frío ni calor y que haya una luz cálida y tenue. Puedes ponerte un aroma que te resulte agradable y música de meditación (piano relajante, por ejemplo), una que te haga sentir tranquilo. Y graba un audio con el siguiente audio. Intenta que tu voz sea suave y cálida.

Habla despacio y bajo. Inhala lenta y profundamente y exhala poco a poco. Con cada exalación siente como tu cuerpo se va relajando y pesa cada vez más. Ahora deja que tu respiración tenga su propio ritmo y, simplemente, obsérvala.

Imagina un lugar en donde haya ocurrido alguna situación difícil cuando eras niña. Visualiza ese lugar con todo tipo de detalles. Ubica en éste lugar a la niña que fuiste, la que vivió esa situación. Obsérvala. ¿Qué le acaba de pasar a esta niña? Observa su carita. Sus ojos. Su cuerpo. Su postura… ¿Qué te transmiten? ¿Quién más hay en ese lugar? Observa sus caras, lo que te dicen o hacen, su tono…

Ahora imagina a tu yo adulto, y sitúalo en ese lugar. Mira a esa niña. pregúntale qué le acaba de pasar. Ponte a su altura y mírala. Escúchala. ¿Qué te dice? ¿Cómo te mira? Observa cómo ésta niña se siente indefensa ante lo que le acaba de pasar. Quizá está asustada, triste, dolida… sóla ante lo que le acaba de pasar. Sin nadie a quien acudir a cobijarse y protegerse.

Hoy, aunque esa experiencia no se puede cambiar, tu yo adulto se acerca a esta niña poco a poco. Deja que se observen la una a la otra. Abraza a esta niña, abrázala muy fuerte. Permítele que llore, grite o diga lo que tenga que decir.

Ahora mira a las personas que estaban en esa situación. Permítete reaccionar como adulto, defendiendo a esa niña. ¿Qué te sale decirle a esas personas? ¿Cómo te sientes hacia ellas? Quizá te salga enfado y decirles que no vuelvan a tocar a esa niña. O quizás te salga enfadarte con ellos y decirles que no le vuelvan a decir nada parecido. O a lo mejor te sale decirles que se alejen o que traten bien a esa niña. Permítete lo que te salga.

Vuelve a abrazar a esa niña. Dile que ya no está sola y que todo va a estar bien. Que a partir de ahora vas a estar tú para cuidarla y protegerla. Dile lo valiosa que es y cuánto la quieres. Dile que a partir de ahora nadie más le hará daño. Mira sus ojitos al escuchar ésto. ¿Cómo te mira ahora esa niña? Puedes ver cómo se ha calmado? Observa si puedes ver algo de esperanza en esos ojitos.

Coge a esa niña en brazos e imagina que esa niña cada vez se hace más y más pequeña, hasta que la puedes colocarla en la palma de tu mano. Imagina como esa niña se acurruca en tu mano y duerme con tranquilidad. Coge a esa niña y acércala a tu tripa. Imagina que puedes traspasar tu piel y colocarla dentro de tí. Colócala con cuidado y dile que ahí estará complétamente segura. Y que cada vez que te necesite acudirás a ella para consolarla y protegerla. Dile que el adulto que eres protegerá para siempre a tu niña.

Nadie puede cuidar a tu niña mejor que tú. Nadie sabe como tú lo que a esa niña le faltó y lo que ahora necesita escuchar.

Respira profundamente y empieza a sentir los estímulos de tu alrededor.
Sal, poco a poco, de esta visualización…

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