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Las 5 heridas emocionales de la infancia

Las cinco heridas emocionales de la infancia

Las heridas emocionales que sufrimos durante la infancia son resultado de situaciones dolorosas o traumáticas que afectan nuestra manera de ser y actuar en la vida adulta. Estas experiencias generan lo que Lise Bourbeau describe como “máscaras” que utilizamos para protegernos del dolor, pero que en realidad nos impiden conectar genuinamente con nosotros mismos y con los demás (Boubeau, 2017).

1. Herida de rechazo

La herida de rechazo es una de las más profund porque afecta directamente el sentido de pertenencia y la autoestima. Esta herida se forma cuando el niño percibe que no es aceptado o deseado, ya sea por uno de los padres o por el entorno. Puede incluso activarse antes del nacimiento, si la concepción no fue planeada o bienvenida (Esteban Hernando, 2023). El rechazo suele provenir del padre del mismo sexo, lo que lleva a dificultades para aceptarse a sí mismo y genera una necesidad de ocultarse emocionalmente.

La persona que ha sufrido esta herida tiende a desarrollar la máscara de retirada. Esto significa que evita exponerse emocionalmente, por miedo a ser rechazada nuevamente. Tienden a ser personas que se sienten invisibles, incapaces de ocupar su espacio en la vida.

Impacto en la adultez:

  • Baja autoestima: Se sienten indignos de ser amados o aceptados, lo que genera un autodesprecio.
  • Aislamiento emocional: Prefieren alejarse de las relaciones por miedo a ser rechazados.
  • Perfeccionismo: Intentan ser impecables en todo lo que hacen para ganar aceptación.
  • Dificultad para mostrarse: Temen ser juzgados y no logran expresar su verdadero yo.

Un ejemplo común es el de aquellos que temen dar su opinión si no se les pregunta, por miedo a generar conflicto o ser rechazados (Boubeau, 2017).

2. Herida de abandono

El abandono no siempre es físico; muchas veces ocurre cuando el niño no siente que sus necesidades emocionales son satisfechas (Esteban Hernando, 2023). Esto puede suceder cuando los padres, aunque presentes físicamente, están emocionalmente distantes, ocupados o incapaces de brindar el apoyo que el niño necesita. Este sentimiento de desamparo crea una profunda herida de abandono, que lleva a la persona a sentirse sola e indefensa.

Para protegerse de este dolor, el individuo desarrolla la máscara de dependencia. Estas personas buscan constantemente el afecto y la atención de los demás, ya que sienten que no pueden valerse por sí mismos.

Impacto en la adultez:

  • Relaciones codependientes: Dependen de otras personas para sentirse completos y evitar la soledad.
  • Miedo a la soledad: Hacen cualquier cosa para evitar estar solos, incluso permanecer en relaciones tóxicas.
  • Victimización: Asumen el papel de víctima para atraer la atención y el afecto.
  • Tristeza constante: La emoción predominante en quienes sufren esta herida es una tristeza profunda y persistente, que intentan evitar rodeándose de personas (Boubeau, 2017).

Las personas con esta herida a menudo buscan en sus relaciones adultas la validación emocional que no recibieron en su infancia, lo que las convierte en extremadamente dependientes (Esteban Hernando, 2023).

3. Herida de humillación

La herida de humillación se desarrolla cuando el niño siente que es criticado, avergonzado o menospreciado por su comportamiento o por no cumplir con las expectativas de sus padres o cuidadores (Boubeau, 2017). Este tipo de herida se activa cuando el niño es ridiculizado o comparado con otros de manera negativa. Los padres que ridiculizan al niño por sus errores o lo critican frente a los demás, contribuyen a la formación de esta herida.

La persona que ha sufrido humillación suele desarrollar la máscara de masoquismo, castigándose a sí misma antes de que los demás lo hagan. Pueden asumir responsabilidades ajenas o sacrificarse excesivamente para evitar sentirse humillados.

Impacto en la adultez:

  • Sacrificio personal: Se centran tanto en los demás que se olvidan de sus propias necesidades.
  • Baja autoestima: Tienden a menospreciarse, creyendo que no merecen nada bueno.
  • Asumen el sufrimiento como normal: Se convencen de que merecen sufrir, por lo que pueden atraer relaciones abusivas o tóxicas.
  • Culpa constante: Se sienten responsables de los problemas de los demás y experimentan culpa si no ayudan (Esteban Hernando, 2023).

Un comportamiento común es que tienden a responsabilizarse de las emociones de otros, buscando constantemente aliviar su sufrimiento, pero al hacerlo, se olvidan de sí mismos (Boubeau, 2017).

4. Herida de traición

La herida de traición se produce cuando el niño siente que no puede confiar en uno de sus padres, generalmente del sexo opuesto (Boubeau, 2017). Esto ocurre cuando el padre o la madre no cumplen con sus promesas o generan expectativas que no logran satisfacer. A menudo, esta herida genera sentimientos de aislamiento y desconfianza, ya que el niño se siente traicionado por quienes deberían protegerlo.

Como mecanismo de defensa, la persona desarrolla la máscara del control, tratando de controlar todo lo que sucede a su alrededor para evitar volver a ser traicionado.

Impacto en la adultez:

  • Desconfianza en los demás: Tienen dificultades para confiar en los demás, lo que les lleva a ser controladores en sus relaciones.
  • Necesidad de control: Intentan controlar a las personas y las situaciones para evitar sentirse vulnerables.
  • Dificultad para delegar: Sienten que deben hacer todo ellos mismos porque no confían en que otros lo harán bien.
  • Miedo al compromiso: Temen profundizar en las relaciones porque creen que tarde o temprano serán traicionados (Esteban Hernando, 2023).

Este tipo de herida puede llevar a la persona a ser extremadamente seductora y manipuladora en sus relaciones, buscando tener el control total (Boubeau, 2017).

5. Herida de injusticia

La injusticia es una herida que se genera cuando el niño crece en un ambiente rígido o autoritario, donde sus emociones y opiniones no son valoradas (Boubeau, 2017). Los padres excesivamente exigentes o fríos pueden hacer que el niño sienta que no es valorado por lo que es, sino solo por lo que hace. Esta sensación de injusticia lleva al niño a reprimir sus emociones y a desarrollar una máscara de rigidez, buscando siempre ser perfecto para evitar la crítica.

Impacto en la adultez:

  • Perfeccionismo extremo: Buscan hacer todo a la perfección para ganar aceptación.
  • Autoexigencia: Se imponen estándares muy altos, lo que les provoca estrés constante.
  • Dificultad para mostrar emociones: Reprimen sus sentimientos, mostrándose fríos o distantes.
  • Sensación de no ser valorados: Creen que, haga lo que hagan, nunca será suficiente para ser apreciados (Esteban Hernando, 2023).

A menudo, estas personas son vistas como altamente eficientes, pero sufren en silencio debido a la autoexigencia constante (Boubeau, 2017).

El impacto de las heridas de la infancia en la vida adulta

Las heridas de la infancia no desaparecen por sí solas. Si no se sanan, estas heridas se transforman en patrones de comportamiento que influyen en todas las áreas de la vida adulta.

🔔 Las personas con heridas de rechazo tienden a evitar las relaciones por miedo a ser rechazadas nuevamente.

🔔 Las personas con heridas de abandono pueden entrar en relaciones tóxicas solo para no sentirse solas.

🔔 Las personas que sufrieron traición pueden tener problemas de autoestima y sentirse inseguras incluso en momentos de éxito.

🔔 Aquellos que han experimentado injusticia pueden convertirse en perfeccionistas, siempre buscando la aprobación de los demás.

Cómo sanar las heridas de la infancia

Sanar las heridas de la infancia es un proceso largo, pero completamente posible. Requiere de consciencia, compromiso y, a menudo, la ayuda de un profesional. A continuación, algunos pasos clave que pueden ayudar a iniciar este proceso (Esteban Hernando, 2023):

1. Reconocimiento de la herida

El primer paso para sanar es reconocer que existe una herida. Esto implica aceptar que las experiencias de la infancia han dejado una marca y que es necesario abordarlas. La negación solo perpetúa el dolor.

2. Aceptación sin juicio

Es importante aceptar la herida sin culpar a los demás o a ti mismo. La aceptación permite soltar el resentimiento y comenzar el proceso de sanación.

3. Desarrollar autocompasión

Practicar la autocompasión es crucial. Esto implica tratarte con la misma amabilidad con la que tratarías a un amigo querido que está sufriendo. La autocrítica solo perpetúa el ciclo de dolor.

4. Buscar ayuda profesional

La terapia es una herramienta valiosa para sanar heridas emocionales profundas. Un terapeuta especializado puede ayudarte a identificar el origen de tus heridas y guiarte en el proceso de sanación (Boubeau, 2017).

5. Prácticas de sanación emocional

Técnicas como el trabajo con el niño interior y heridas de la infancia (Esteban Hernando, 2023) son especialmente útiles. A través de ejercicios como la meditación y la escritura, puedes reconectar con tu yo más joven y comenzar a sanar esas viejas heridas.

Conclusión

Las heridas de la infancia no deben definir quién eres o cómo vives tu vida adulta. Si bien sanarlas puede ser un proceso largo y difícil, los resultados son liberadores. A medida que sanas estas heridas, te liberas de patrones emocionales limitantes, te permites amar sin miedo y puedes disfrutar de relaciones más saludables y auténticas.

La sanación es un acto de amor hacia ti mismo, y aunque el camino pueda parecer desafiante, recuerda: elegir sanar es elegir tu bienestar.

Referencias

Boubeau, L. (2017). Las cinco heridas que impiden ser uno mismo. Editorial OB Stare.

Esteban Hernando, Á. (2023). Cuadernillo de apego y heridas de la infancia. Gaman Psicología.

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